¿Qué puede ocurrir en un caluroso pueblo español habitado por moscas pegajosas, beatas enamoradas, hermanas lujuriosas, mendigos trashumantes, un ciego memorioso, un poeta cojo, un alcalde honrado y un cura belicoso que cada atardecer se reúnen a escuchar lo que dice la radio de piedra?
Contada con un estilo que recuerda a los clásicos de la picaresca española, Juan Herrera pone en nuestras manos un relato encantador y lleno de ingredientes diversos. ¿Aquel año ¿dice el narrador¿ hizo tanto calor que se derritieron las perchas en los armarios y las aceras se llenaron de banderas y uniformes polvorientos [¿]. Fue un mes de julio tan insoportable que, para entretener a las moscas, alguien organizó una guerra¿.
En ese escenario, Herrera nos habla de políticos que se desviven por hacerse notar frente al general Franco, o por lo menos llegar a verlo en persona, de religiosos escandalizados frente a las licencias amorosas y sexuales de un pueblo acechado por la muerte, y de picaros que se las arreglan para salir airosos de intrincados problemas.
Reconocido profesional de la radio y la televisión, guionista y dibujante, Juan Herrera nos recuerda, con esta su primera novela, que el arte de la literatura, al igual que la tradición oral, se basa en dos ingredientes principales: una buena historia y una bella manera de contarla.
¿Qué puede ocurrir en un caluroso pueblo español habitado por moscas pegajosas, beatas enamoradas, hermanas lujuriosas, mendigos trashumantes, un ciego memorioso, un poeta cojo, un alcalde honrado y un cura belicoso que cada atardecer se reúnen a escuchar lo que dice la radio de piedra?
Contada con un estilo que recuerda a los clásicos de la picaresca española, Juan Herrera pone en nuestras manos un relato encantador y lleno de ingredientes diversos. ¿Aquel año ¿dice el narrador¿ hizo tanto calor que se derritieron las perchas en los armarios y las aceras se llenaron de banderas y uniformes polvorientos [¿]. Fue un mes de julio tan insoportable que, para entretener a las moscas, alguien organizó una guerra¿.
En ese escenario, Herrera nos habla de políticos que se desviven por hacerse notar frente al general Franco, o por lo menos llegar a verlo en persona, de religiosos escandalizados frente a las licencias amorosas y sexuales de un pueblo acechado por la muerte, y de picaros que se las arreglan para salir airosos de intrincados problemas.
Reconocido profesional de la radio y la televisión, guionista y dibujante, Juan Herrera nos recuerda, con esta su primera novela, que el arte de la literatura, al igual que la tradición oral, se basa en dos ingredientes principales: una buena historia y una bella manera de contarla.
¿Qué puede ocurrir en un caluroso pueblo español habitado por moscas pegajosas, beatas enamoradas, hermanas lujuriosas, mendigos trashumantes, un ciego memorioso, un poeta cojo, un alcalde honrado y un cura belicoso que cada atardecer se reúnen a escuchar lo que dice la radio de piedra?
Contada con un estilo que recuerda a los clásicos de la picaresca española, Juan Herrera pone en nuestras manos un relato encantador y lleno de ingredientes diversos. ¿Aquel año ¿dice el narrador¿ hizo tanto calor que se derritieron las perchas en los armarios y las aceras se llenaron de banderas y uniformes polvorientos [¿]. Fue un mes de julio tan insoportable que, para entretener a las moscas, alguien organizó una guerra¿.