Esta vez, Icardi explora el sentido del oído en relación con los libros. Al igual que su abuela Dorina de las Corrientes de Aire, Dora tiene el don de escuchar a los ocupantes invisibles de las casas quejumbrosas. Pronto, el don de Dora se traslada a un recinto más edificante, como lo es una biblioteca, donde conoce a un hombre que ha dedicado un siglo a la lectura y la orienta en el conocimiento de los libros más maravillosos para una niña que crece.